14 de mayo de 2014

Lepra

Lepra

La lepra, o enfermedad de Hansen, es una infección lentamente progresiva causada por Mycobacterium leprae que afecta principalmente a la piel y los nervios periféricos y da lugar a deformidades discapacitantes. M. leprae se transmite probablemente de persona a persona a través de aerosoles desde lesiones asintomáticas en las vías respiratorias altas. M. leprae inhalado, como M. tuberculosis , es captado por los macrófagos alveolares y se disemina a través de la sangre, pero sólo se replica en los tejidos relativamente fríos de la piel y las extremidades. A pesar de su baja contagiosidad se calcula que la lepra sigue siendo endémica para 10-15 millones de personas que viven en países tropicales pobres.


Patogenia 
M. leprae es un organismo intracelular obligado ácido alcohol resistente que crece muy mal en cultivo, pero puede propagarse en el armadillo. Prolifera mejor entre 32 y 34 °C, la temperatura de la piel humana y la temperatura central de los armadillos. Como M. tuberculosis, M. leprae no segrega toxinas y su virulencia se basa en las propiedades de su pared celular. La pared celular es lo suficientemente similar a la de M. tuberculosis para que la inmunización con BCG confiera cierta protección contra la infección por M. leprae. La
inmunidad mediada por células se refleja por las reacciones de hipersensibilidad de tipo retardado a las inyecciones dérmicas de un extracto bacteriano llamado lepromina .
M. leprae causa dos patrones de enfermedad llamativamente diferentes. Las personas con la forma menos grave, la lepra tuberculoide, tiene lesiones cutáneas descamativas secas que carecen de sensibilidad. A menudo tienen una afectación asintomática de nervios periféricos grandes. La forma más grave, la lepra lepromatosa, incluye engrosamiento simétrico de la piel y nódulos. Esta se llama también lepra anérgica, debido a la falta de respuesta (anergia) del sistema inmunitario del anfitrión. Las áreas más frías de la piel, incluyendo los lóbulos de las orejas y los pies, se afectan más que las áreas más calientes, como la axila y la ingle. En la lepra lepromatosa, la invasión extensa por las micobacterias de las células de Schwann y los macrófagos endoneurales y perineurales daña el sistema nervioso periférico.
En los casos avanzados de lepra lepromatosa, M. leprae está presente en el esputo y la sangre. Las personas también pueden tener formas intermedias de la enfermedad, la llamada lepra limítrofe .
La respuesta de los linfocitos T cooperadores a M. leprae determina si un individuo desarrolla lepra tuberculoide o lepromatosa. 88
Las personas con lepra tuberculoide tienen una respuesta T H 1 asociada con la producción de IL-2 e IFN- gamma. Igual que sucede con M. tuberculosis , el IFN- gamma es crítico para movilizar una respuesta de macrófagos del anfitrión eficaz. La lepra lepromatosa se asocia con
una respuesta T H 1 débil y, en algunos casos, con un incremento relativo de la respuesta T H 2. El resultado neto es una débil inmunidad mediada por células y una incapacidad para controlar las bacterias.
Ocasionalmente, sobre todo en la forma lepromatosa, se producen anticuerpos contra los antígenos de M. leprae . Paradójicamente, estos anticuerpos generalmente no son protectores, pero pueden formar inmunocomplejos con antígenos libres que pueden ocasionar eritema nudoso, vasculitis y glomerulonefritis.


                


Morfología

La lepra tuberculoide comienza con lesiones cutáneas rojas y aplanadas localizadas que aumentan de tamaño y desarrollan formas irregulares con márgenes indurados, elevados e hiperpigmentados y un centro pálido deprimido (curación central). En la lepra tuberculoide predomina la afectación neuronal. Los nervios están incluidos en una reacción inflamatoria granulomatosa y, si son pequeños (p. ej., las ramitas periféricas), se destruyen. La degeneración nerviosa causa anestesia cutánea y la atrofia de la piel y el músculo que hace a la persona susceptible de traumatismo de las partes afectadas, conduciendo al desarrollo de úlceras cutáneas crónicas. Pueden aparecer contracturas, parálisis y autoamputación de los dedos de las manos o los pies. La afectación del nervio facial puede provocar una parálisis de los párpados, con queratitis y ulceraciones
corneales. En el examen microscópico todos los lugares de afectación tienen lesiones granulomatosas que se asemejan mucho a las que se encuentran en la tuberculosis, y casi nunca se encuentran bacilos; de ahí el nombre de lepra «paucibacilar» . La presencia de granulomas y la ausencia de bacterias reflejan una fuerte inmunidad por linfocitos T. Puesto que la lepra sigue una evolución extremadamente lenta, que abarca décadas, la mayoría de los pacientes mueren con lepra más que debido a ella.
La lepra lepromatosa afecta a la piel, los nervios periféricos, la cámara anterior del ojo, las vías respiratorias superiores (por debajo de la laringe), los testículos, las manos y los pies. Los órganos vitales y el SNC raramente están afectados, supuestamente debido a que la temperatura central es demasiado alta para el crecimiento de M. leprae . Las lesiones lepromatosas contienen grandes agregados de macrófagos cargados de lípidos (células de la lepra), a menudo llenos de masas («globos») de bacilos acidorresistentes. Dada la abundancia de bacterias, la lepra lepromatosa se conoce como «multibacilar» . Se forman lesiones maculares, papulosas o nodulares en la cara, las orejas, las muñecas, los codos y las rodillas. Con la progresión, las lesiones nodulares se fusionan para producir la distintiva facies leonina. La mayoría de las lesiones cutáneas son hipoestésicas o anestésicas. Las lesiones en la nariz pueden causar inflamación con rinorrea persistente cargada de bacilos. Los nervios periféricos, particularmente el nervio cubital y peroneal, donde se aproximan a la superfi cie cutánea, están invadidos simétricamente por micobacterias con mínima
inflamación. La pérdida de sensibilidad y los cambios tróficos en las manos y los pies siguen a las lesiones nerviosas.
Los ganglios linfáticos contienen agregados de macrófagos espumosos llenos de bacterias en las áreas paracorticales (linfocitos T) y en los centros germinales reactivos. En la enfermedad avanzada también aparecen agregados de macrófagos en la pulpa roja esplénica y en el hígado. Los testículos generalmente están afectados extensamente, conduciendo a la destrucción de los túbulos seminíferos y a la consiguiente esterilidad.




BIBLIOGRAFIA: "Patologia estructural y funcional", Robbins y Cotran, 8va edicion.




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